EMPRESAS FARMACÉUTICAS: CÓMO EXPLOTAN Y MONETIZAN LA IDENTIDAD "TRANS"


 

"La medicalización puede definirse como el proceso por el cual algunos aspectos de la vida humana pasan a ser considerados problemas médicos, mientras que antes no se consideraban patológicos".


La industria farmacéutica es la más interesada en avanzar en este proceso de medicalización. Y es dentro de este proceso de medicalización donde encaja el diagnóstico de "disforia de género", un diagnóstico que tan solo existe desde el año 2013.

El proceso del diagnóstico de la "disforia de género" puede explicarse de la siguiente forma:

1) Un joven adolescente, en pleno proceso de abandono de la niñez camino de la edad adulta, se siente ansioso e inseguro de su identidad.

2) El joven acude a un psiquiatra (pongamos que privado, en este caso) y se convierte en paciente.

3) El psiquiatra, de acuerdo con los estándares actuales establecidos por la industria farmacéutica a través de sus diferentes lobbys, realiza un diagnóstico de trastorno psiquiátrico: "disforia de género".

4) El psiquiatra entonces prescribe la medicación oportuna.

5) El joven paga al psiquiatra y comienza a recibir su terapia de transición de género sin trámites burocráticos. Las directrices de la Asociación Mundial de Profesionales para la Salud Transgénero (WPATH) establecen tres etapas de intervención de afirmación de género con niveles progresivos de irreversibilidad: Etapa 1, supresión de pubertad. Etapa 2, hormonas que afirmen el género. Etapa 3, cirugía de afirmación de género.

6) Se abona las cantidades oportunas a los médicos que han participado hasta ahora en la terapia.

7) También cobran las empresas farmacéuticas que han producido los bloqueadores irreversibles de la pubertad y las hormonas que se han utilizado en la terapia. Para la industria farmacéutica, cuantos más cuerpos en los que inyectar hormonas que bloqueen la pubertad más beneficios económicos se obtendrán.

8) Y los políticos que han establecido las leyes relativas a las terapias de transición consiguen millones de euros para la financiación de sus campañas.

Pero hay un dato extremadamente importante, cada día más, que interesadamente se intenta omitir por la industria farmacéutica y los políticos: existe una abrumadora evidencia de que las "terapias de transición de género", lejos de ayudar a los pacientes transgénero, inciden en un aumento de enfermedades psiquiátricas y de la tasa de suicidios entre quienes las reciben. Es un hecho contrastado que entre diez y quince años después de la reasignación quirúrgica, la tasa de suicidios entre aquellos que se habían sometido a una cirugía de reasignación de sexo fue superior en 20 veces en relación a sus compañeros comparables.


Un estudio realizado por el Servicio de Salud holandés en el año 2017 y que fue presentado en el pasado año 2020 arrojó unos datos realmente clarificadores. El estudio se realizó tomando como muestra a 8.263 pacientes durante el periodo comprendido entre 1972 y 2017. De 5.107 mujeres trans (cuya edad media en su primera visita fue de 28 años y el tiempo medio de seguimiento fue de 10 años) y 3.156 hombres trans (edad media en la primera visita 20 años, tiempo medio de seguimiento 5 años), 41 mujeres trans y 8 hombres trans murieron por suicidio. De todas las muertes por suicidio, 14 personas ya no estaban en tratamiento, y 35 lo habían estado en los dos años anteriores. El número promedio de suicidios durante el periodo comprendido entre 2013 y 2017 fue mayor en la población trans en comparación con el resto de la población holandesa. Otro dato a tener en cuenta es que las muertes por suicidio ocurrieron durante cada una de las etapas de la transición.

La otra cara de la moneda podemos observarla a través del gráfico añadido debajo de este párrafo. En dicho gráfico podemos apreciar cómo han crecido las ganancias y los beneficios de las empresas farmacéuticas, especialmente desde el año 2009. Y así seguirá siendo si nada lo impide.



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