Maurice Wilson y "el tercer hombre"



Wilson era un excéntrico personaje que en los años 30, sin tener ninguna experiencia en alpinismo y con un equipamiento totalmente inadecuado, se propuso ser el primero en alcanzar la cumbre más alta del mundo. Tras un primer intento fallido en solitario que le obligó a regresar al monasterio del que había partido, se dispuso a probar suerte de nuevo a los pocos días contando esta vez con la compañía de dos sherpas. Con su ayuda consiguió llegar sin contratiempos al Campamento Tres, donde se vieron obligados a permanecer varios días debido al mal tiempo. 

Los sherpas no estaban nada convencidos de las posibilidades de éxito de la ascensión, por lo que decidieron no seguir adelante. Wilson seguía empeñado en intentar el ascenso a pesar de los esfuerzos de sus guías que trataron inútilmente de convencerlo de que abandonase y regresase con ellos, así que se quedó solo. Lo que ocurrió luego lo sabemos gracias a que llevaba consigo un diario en el que registraba lo que iba aconteciendo, aunque lo que aún se desconoce y ha sido objeto de numerosos debates es si su decisión de continuar adelante se debió bien a que de verás creía tener alguna posibilidad de éxito o bien a que se había resignado a su destino y prefería la muerte a la humillación de regresar habiendo fracasado. 

El caso es que al final de una jornada, sufriendo ceguera de la nieve y en un estado penoso, un Wilson totalmente exhausto se sintió sorprendido por la sensación de que no estaba solo, de que había alguien a su lado: “curioso, pero todo el tiempo siento alguien conmigo en la tienda”. Ello no impidió que en lugar de regresar con los sherpas hiciese un último intento para alcanzar la cima. Su última entrada en el diario es breve: “De nuevo activo, un día precioso”. No llegó muy lejos y el sufrimiento que padeció en sus últimas horas sólo puede imaginarse. Sus restos, junto con su diario, fueron encontrados durante una expedición de reconocimiento al año siguiente.

De este último caso se concluye que no todas las personas que experimentan el tercer hombre se salvan. Para ello es requisito imprescindible que la persona implicada quiera sobrevivir ya que no existe ningún ser imaginario, por muy poderoso que sea, que pueda hacer que alguien con deseos de morir sea salvado.

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